I’m addicted to you.
Don’t you know that you’re toxic.
Llegó como un dardo envenenado. Rápido, silencioso y certero. Surcó el aire como si no existiese y se hundió en la piel sin resistencia. Se introdujo por completo produciendo una leve sensación de pinchazo dulce y anestesiante. Una mano en acto reflejo dejó una marca roja al rascar sin ganas el punto de impacto. Ya era tarde. El veneno entraba en contacto con el flujo sanguíneo y se extendía, invisible, imparable.
A las pocas horas de llegar a su destino, despues de un extraño malestar, todo parecía normal. Se estaba divirtiendo. Se sentía feliz pero extrañado. Algo no iba bien, su cabeza no pensaba como antes, sus ojos no veían como antes... imaginaciones mías. Ponme otra copa. No te alejes mucho.
El veneno llegó al corazón y fue bombeado en todas direcciones. En su travesía notó que no estaba solo. Había otra sustancia en la sangre que fluía a su alrededor. Se sentía a gusto, más potente que de costumbre. El cuerpo se sometió sin dudar. Cada vez era más fácil.
Pasaba la noche y ya no controlaba el habla. Sus movimientos eran contradictorios e instintivos. El alcohol no estaba ayudando. Ella tampoco. Condujo a duras penas debatiendo su pensamiento entre conducir y aquello que no podía controlar. Llegó a casa e intentó comer algo y descansar entre tanta confusión. La tecnología tampoco ayudó y se nublaba su mente con el móvil en la mano.
Los días pasaron.
Ya no era un humano normal, era una mutación de sí mismo.
Veneno y humano forman ya un solo individuo.
Ella era el veneno.
Él y ella.
And I love what you do.
Don’t you know that you’re toxic.
escuchando: Britney Spears - Toxic
Pensado por
algo más que huesos a las
22:34
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